Este es un hermoso video que todo Católico debería ver y analizar. Muy poco reflexionamos sobre el contenido del regalo más hermoso que Jesús nos dio: La Eucaristía. Muchos suelen ir a Misa obligados, llegan tarde, o están ahí pero no se sienten verdaderamente conectados con la Palabra de Dios, no escuchan la Homilía del Sacerdote, se distraen en el momento de las ofrendas, e intercambian un saludo de paz llenos de rencor hacia sus hermanos. No podemos decir algo distinto del momento de la Comunión. Jesús se entristece al ver que lo recibimos sin siquiera decirle que lo amamos, sin darle las gracias por haber venido a nosotros, por amarnos tanto y haber muerto en la Cruz por nuestros pecados. Recibimos la Hostia con dejadez y sin abrazarnos con Jesús al haberlo recibido.
Definitivamente, esto debe cambiar. Debemos comportarnos como verdaderos Católicos. No como simples espectadores. Vamos a demostrarle a nuestro amado Jesús, que estamos dispuestos a cambiar por Él, y a hacer que otros cambien. Seamos mejores hijos de Dios, y entreguemos nuestra alma, nuestra mente, nuestro cuerpo y todos nuestros sentimientos a Jesús al asistir a la Santa Misa. Pidámosle a la Santísima Virgen María, nuestra Madre Celestial, su amorosa asistencia en este momento, para que amemos a Jesús como su Inmaculado Corazón fue capaz de amarlo y consagrarse del todo a Él.
A continuación, transcribimos las oraciones que la Santísima Virgen María enseñó a Catalina Rivas para ser rezadas cuando estemos en Misa:
Oración para comenzar la Misa
Jesús libérame del espíritu de este mundo, para llenarme de tu Espíritu. Que tus santos ángeles me acompañen; mi corazón te pertenece. Señor, envíame tu paz para conseguir el mejor provecho de esta Eucaristía y que mi vida dé sus mejores frutos. Espíritu Santo, arde en mí, mora en mí, actúa en mí. Guíame oh Dios y transfórmame en los dones de tu Espíritu. Amén.
Oración para la Liturgia Eucarística
Jesús, hoy quiero escuchar tu palabra y producir fruto abundante. Que tu Santo Espíritu limpie el terreno de mi corazón, para que tu palabra crezca y se desarrolle. Purifica mi espíritu para que esté dispuesto a escuchar tu palabra.
Padre, abre en mí tu palabra. Jesús, aquí estoy para escuchar lo que tú quieras decir en este momento a mi corazón. Amén.
Oración para el Ofertorio. (Momento de ofrecer a Dios y pedirle todo lo que se desea).
Señor, te ofrezco todo lo que soy, lo poco que soy, lo poco que puedo darte, lo poco que puedo hacer. Todo lo que tengo lo pongo en tus manos. Edifica tú, Señor, con lo poco que soy. Padre mío, por los méritos de tu Hijo, transfórmame. Señor, te pido por los míos, por mi familia, por mis bienhechores, por cada miembro del apostolado. Enséñame a poner mi corazón en el suelo, para que todos pisen. Amén.
Oración de La Paz. (Pensar en todos aquellos hermanos que nos han ofendido)
En el nombre del Señor, yo te perdono y te deseo la paz. En el nombre del Señor, te pido perdón y deseo mi paz.
Oración por el Sacerdote. (Hacerla al momento que el Sacerdote comulgue).
Señor, purifícalo, santifícalo, protégelo, ayúdalo, ámalo, cuídalo Señor. Señor, acuérdate de todos los sacerdotes del mundo, de todas las almas consagradas. Amén.
Una vez que hayas comulgado, es recomendable que te unas del todo a Dios y le expreses todo tu amor. Dale las gracias por haber recibido la Comunión y pídele que su Espíritu y su amor permanezcan en ti. Puedes comenzar, rezando esta pequeña y profunda oración:
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
Si al asistir a Misa no estás debidamente preparado para comulgar sacramentalmente, es recomendable que te unas a Jesús, recitando esta oración:
Comunión Espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma. Pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.
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