miércoles, 24 de septiembre de 2014

Lo que Ocurre en la Santa Misa - Catalina Rivas







Este es un hermoso video que todo Católico debería ver y analizar. Muy poco reflexionamos sobre el contenido del regalo más hermoso que Jesús nos dio: La Eucaristía. Muchos suelen ir a Misa obligados, llegan tarde, o están ahí pero no se sienten verdaderamente conectados con la Palabra de Dios, no escuchan la Homilía del Sacerdote, se distraen en el momento de las ofrendas, e intercambian un saludo de paz llenos de rencor hacia sus hermanos. No podemos decir algo distinto del momento de la Comunión. Jesús se entristece al ver que lo recibimos sin siquiera decirle que lo amamos, sin darle las gracias por haber venido a nosotros, por amarnos tanto y haber muerto en la Cruz por nuestros pecados. Recibimos la Hostia con dejadez y sin abrazarnos con Jesús al haberlo recibido. 

Definitivamente, esto debe cambiar. Debemos comportarnos como verdaderos Católicos. No como simples espectadores. Vamos a demostrarle a nuestro amado Jesús, que estamos dispuestos a cambiar por Él, y a hacer que otros cambien. Seamos mejores hijos de Dios, y entreguemos nuestra alma, nuestra mente, nuestro cuerpo y todos nuestros sentimientos a Jesús al asistir a la Santa Misa. Pidámosle a la Santísima Virgen María, nuestra Madre Celestial, su amorosa asistencia en este momento, para que amemos a Jesús como su Inmaculado Corazón fue capaz de amarlo y consagrarse del todo a Él.

A continuación, transcribimos las oraciones que la Santísima Virgen María enseñó a Catalina Rivas para ser rezadas cuando estemos en Misa:



Oración para comenzar la Misa

Jesús libérame del espíritu de este mundo, para llenarme de tu Espíritu. Que tus santos ángeles me acompañen; mi corazón te pertenece. Señor, envíame tu paz para conseguir el mejor provecho de esta Eucaristía y que mi vida dé sus mejores frutos. Espíritu Santo, arde en mí, mora en mí, actúa en mí. Guíame oh Dios y transfórmame en los dones de tu Espíritu. Amén.

Oración para la Liturgia Eucarística

Jesús, hoy quiero escuchar tu palabra y producir fruto abundante. Que tu Santo Espíritu limpie el terreno de mi corazón, para que tu palabra crezca y se desarrolle. Purifica mi espíritu para que esté dispuesto a escuchar tu palabra.

Padre, abre en mí tu palabra. Jesús, aquí estoy para escuchar lo que tú quieras decir en este momento a mi corazón. Amén.

Oración para el Ofertorio. (Momento de ofrecer a Dios y pedirle todo lo que se desea).

Señor, te ofrezco todo lo que soy, lo poco que soy, lo poco que puedo darte, lo poco que puedo hacer. Todo lo que tengo lo pongo en tus manos. Edifica tú, Señor, con lo poco que soy. Padre mío, por los méritos de tu Hijo, transfórmame. Señor, te pido por los míos, por mi familia, por mis bienhechores, por cada miembro del apostolado. Enséñame a poner mi corazón en el suelo, para que todos pisen. Amén.

Oración de La Paz. (Pensar en todos aquellos hermanos que nos han ofendido)

En el nombre del Señor, yo te perdono y te deseo la paz. En el nombre del Señor, te pido perdón y deseo mi paz.

Oración por el Sacerdote. (Hacerla al momento que el Sacerdote comulgue).

Señor, purifícalo, santifícalo, protégelo, ayúdalo, ámalo, cuídalo Señor. Señor, acuérdate de todos los sacerdotes del mundo, de todas las almas consagradas. Amén.

Una vez que hayas comulgado, es recomendable que te unas del todo a Dios y le expreses todo tu amor. Dale las gracias por haber recibido la Comunión y pídele que su Espíritu y su amor permanezcan en ti. Puedes comenzar, rezando esta pequeña y profunda oración:

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

 Si al asistir a Misa no estás debidamente preparado para comulgar sacramentalmente, es recomendable que te unas a Jesús, recitando esta oración:

Comunión Espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma. Pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.

Cómo Rezar el Santo Rosario

El Santo Rosario

El Rosario comenzó a utilizarse en el catolicismo alrededor del año 800. En los monasterios se suelen recitar los Salmos en la Liturgia de las Horas. Pero en aquél tiempo, los fieles que no eran sacerdotes ni monjes, no podían seguir esta devoción, ya que la mayoría no sabía leer. Se les enseñó, entonces, una práctica más sencilla: la de recitar 150 avemarías. Esta devoción tomó el nombre de "El Salterio de la Virgen".

Su popularidad y desarrollo se dio en el S. XIII, cuando surgió el movimiento albigense (un movimiento hereje). Ante los enfrentamientos entre la Iglesia y los albigenses, Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los Predicadores (más conocidos como dominicos), parece haber promovido en sus misiones el rezo de una forma primitiva de Rosario. Al ser los dominicos una orden de predicadores y estar siempre en medio del pueblo, la devoción enseñada por ellos se hizo popular, generando la aparición de cofradías y grupos de devotos por doquier, junto con relatos de milagros que acrecentaron su fama. 

En Fátima (Portugal), en 1917, los niños a quienes se le apareció la Virgen María, señalaron que la Virgen reveló que cada vez que se reza un Ave María es como si se le ofreciera una rosa, de tal suerte que cada Rosario completo sería una corona o colección de rosas (concepto que había sido mencionado tiempo atrás por San Lui María Grignion de Montfort en su obra Secreto Admirable del Santo Rosario).

El 16 de octubre de 2002, el Papa Juan Pablo II promulgó la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, en la que aprobó la incorporación de cinco nuevos misterios al Rosario, llamados Misterios Luminosos, que, vinculados al jueves en el ciclo semanal, degranan la vida pública de Jesús. 

Modo de Rezar el Santo Rosario



Señal de la Cruz

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica; la Comunión de los Santos; el perdón de los pecados; la resurrección de la carne; y la vida eterna. Amén. 

Acto de Contrición

Jesús, mi Señor y redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la vida eterna. Amén. 

Padre Nuestro

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén. 

Ave María

Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Al final de cada decena, se pueden rezar las siguientes oraciones:


Oración de Fátima (la Virgen María recomendó a los tres pastorcitos, rezar esta oración después de cada Misterio).

¡Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia. Amén.

Jaculatorias:

V: María, Madre de gracia, Madre de misericordia.
R: En la vida y en la muerte ampáranos, Gran Señora.
V: Alabanzas y gracias sean dadas en todo momento al Santísimo y Divinísimo Sacramento del Altar.
R: Y bendita sea por siempre la Santa e Inmaculada Concepción de la Bienaventurada, siempre Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.

Al rezar el Rosario por un difunto se dice: 

Señor, dale el descanso eterno, brille para él la luz perpetua. Descanse en paz. Amén.

Los Misterios del Santo Rosario



Misterios Gozosos (lunes y sábados)

1. La anunciación del ángel a la Virgen María.
2. La visita de la Virgen María a su prima, Santa Isabel.
3. El Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén. 
4. La Presentación de Niño Jesús en el Templo.
5. El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.

Misterios Luminosos (jueves)

1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
2. La Autorrevelación de Jesús en las Bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la Conversión.
4. La Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor.
5. La Institución de la Eucaristía. 

Misterios Dolorosos (martes y viernes)

1. La oración de Jesús en el Huerto Getsemaní.
2. La Flagelación del Señor.
3. Jesús es coronado de espinas.
4. Jesús con la Cruz a cuestas va por el camino del calvario.
5. Crucifixión y muerte de Nuestro Señor.

Misterios Gloriosos (miércoles y domingos)

1. La Resurrección de Jesús.
2. La Ascensión del Señor a los Cielos.
3. La venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles.
4. La Asunción de María en cuerpo y alma a los Cielos.
5. María es Coronada Reina del Cielo y la Tierra.

Al terminar las cinco decenas se reza:

V: Virgen purísima y castísima antes del parto, haznos manos, humildes y castos.
R: En pensamientos, palabras y obras.
Ave María. (Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia...).

V: Virgen purísima y castísima en el parto, haznos manos, humildes y castos.
R: En pensamientos, palabras y obras.
Ave María. (Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo, llena eres de gracia...).

V: Virgen purísima y castísima después del parto, haznos manos, humildes y castos.
R: En pensamientos, palabras y obras.
Ave María. (Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo, llena eres de gracia...).

Se puede rezar una Salve

Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora Abogada nuestra. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, Oh piadosa, Oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Luego se rezan las Letanías a la Virgen María.




V: Señor, ten piedad                                    
R: Señor, ten piedad
V: Cristo, ten piedad                                    
R: Cristo, ten piedad
V: Señor, ten piedad                                    
R: Señor, ten piedad
V: Cristo, óyenos                                          
R: Cristo, óyenos
V: Cristo, escúchanos                                  
R: Cristo, escúchanos
V: Dios, Padre Celestial                                
R: Ten piedad de nosotros
V: Dios Hijo, redentor del mundo
R: Ten piedad de nosotros
V: Dios Espíritu Santo                                  
R: Ten piedad de nosotros
V: Santísima Trinidad, un solo Dios              
R: Ten piedad de nosotros

A cada una de estas letanías se contesta: Ruega por nosotros.

Santa María                                                    
Santa Madre de Dios                                      
Santa Virgen de las Vírgenes                           
Madre de Cristo                                             
Madre de la Iglesia                                         
Madre de la Divina Gracia                             
Madre purísima                                          
Madre castísima                                         
Madre siempre Virgen                                  
Madre inmaculada                                          
Madre amable                                              
Madre admirable                                            
Madre del buen consejo                               
Madre del Creador                                        
Madre del Salvador                                       
Virgen prudentísima                                    
Virgen digna de veneración                            
Virgen digna de alabanzas                            
Virgen poderosa                                            
Virgen clemente                                             
Virgen fiel                                                      
Espejo de justicia                                           
Trono de sabiduría                                         
Causa de nuestra alegría                               
Vaso espiritual
Vaso de honor
Vaso insigne de devoción
Rosa mística
Torre de David
Torre de marfil
Casa de oro
Arca de la alianza
Puerta del Cielo
Estrella de la mañana
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores
Consuelo de los afligidos
Auxilio de los cristianos
Reina de los Ángeles
Reina de los Patriarcas
Reina de los Profetas
Reina de los Apóstoles
Reina de los Mártires
Reina de los confesores
Reina de las Vírgenes
Reina de todos los Santos
Reina concebida sin pecado original
Reina llevada al cielo
Reina del Santísimo Rosario
Reina de las familias
Reina de la paz


V: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R: Perdónanos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo
R: Escúchanos, Señor.
V: Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
R: Ten misericordia de nosotros.

Bajo tu Protección

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡Oh Virgen gloriosa y bendita!

Bendita Sea Tu Pureza

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A ti celestial princesa, Oh Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mirame con compasión, no me dejes Madre mía y danos tu santa bendición, que la recibo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

V: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios
R: Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.










sábado, 20 de septiembre de 2014

El Padre Nuestro, la Oración que Jesús nos dejó.

El Padre Nuestro
La mejor de las oraciones es el Padre Nuestro porque la enseñó Jesucristo Nuestro Señor, y porque contiene las siete peticiones más importantes que existen. 

El Santo Evangelio narra que los apóstoles dijeron a Jesús: "Maestro enséñanos a orar" y Él les respondió: 

"Ustedes pues, recen así: Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como el el Cielo. Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del maligno." (S. Biblia, Mateo 6  9,13).



Jesucristo enseñó el Padre Nuestro, para indicarnos cómo debemos rezar y qué debemos pedir en la oración como hijos que somos de Dios. Al rezarlo, hablamos con Dios que es nuestro Padre Celestial. 

Jesús dijo: "¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura?. Si ustedes no tienen poder sobre cosas tan pequeñas, ¿cómo van a preocuparse por las demás?.

Aprendan de los lirios del campo: no hilan ni tejen, pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir como uno de ellos. Y si Dios da tan lindo vestido a la hierba del campo, que hoy está y mañana se echará al fuego, ¿qué no hará por ustedes, gente de poca fe?.

No estén pendientes de lo que comerán o beberán; ¡no se atormenten!. Estas son cosas tras las cuales corren todas las naciones del mundo, pero el Padre de ustedes sabe que ustedes las necesitan. Busquen mas bien el Reino, y se les darán también estas cosas." (S. Biblia, Lucas 12 25,31).

Dios está en todo lugar, especialmente en el cielo, en la tierra y en el Santísimo Sacramento del Altar. 

Jesús hizo esta maravillosa promesa: "Asimismo Yo les digo: si en la Tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá. Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy Yo, en medio de ellos." (S. Biblia, Mateo 18 19,20).

"La oración del Señor o dominical es, en verdad el resumen de todo el Evangelio" (Tertuliano, De oratione, 1, 6). "Cuando el Señor hubo legado esta fórmula de oración, añadió: "Pedid y se os dará" (Lc 11,9). Por tanto, cada uno puede dirigir al cielo diversas oraciones según sus necesidades, pero comenzando siempre por la oración del Señor que sigue siendo la oración fundamental". (Tertuliano, De oratione, 10).

Sabiamente, San Agustín apuntaba: "Recorred todas las oraciones que hay en las Escrituras, y no creo que podáis encontrar algo que no esté incluido en la oración dominical".

Santo Tomás de Aquino, señaló: "La oración dominical es la más perfecta de las oraciones [...] En ella, no sólo pedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino además según el orden en que conviene desearlo. De modo que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino que también llena toda nuestra afectividad".

La expresión tradicional "Oración Dominical", es decir, "Oración del Señor", significa que la oración al Padre nos la enseñó y nos la dio el Señor Jesús. Él es el Maestro de nuestra oración. Por otra parte, como Verbo Encarnado, conoce en su corazón de hombre las necesidades de sus hermanos y hermanas los hombres y nos las revela: es el Modelo de nuestra oración.

Jesús no nos deja una fórmula para repetirla de modo mecánico. El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque Él no dice "Padre mío" que estás en el cielo, sino "Padre Nuestro", a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el Cuerpo de la Iglesia.


Las Siete Peticiones del Padre Nuestro

Padre Nuestro que estás en el cielo: 



Decimos Padre Nuestro que estás en el cielo, para honrar a Dios como Padre Misericordioso y para pedirle con la confianza de hijos que saben lo bondadoso que es su Padre. La expresión Dios Padre no había sido revelada jamás a nadie. Éste nombre nos ha sido revelado por Jesús. La Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como "Padre", Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en Él y por haber sido habitados por su presencia. Es necesario recordar que cuando llamemos "Padre" a Dios, debemos comportarnos como hijos de Él. 

Cuando oramos al Padre, le adoramos y le glorificamos con el Hijo y el Espíritu Santo, es decir, oramos en comunión indivisible con el Padre y su Hijo, en su único Espíritu Santo. No dividimos la divinidad, ya que el Padre es su "fuente y origen".

El Salmo 103, describe a Dios así: "Bendice, alma mía al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios, Él perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias. Él rescata tu vida de la tumba, te corona de amor y ternura. Él colma de dicha tu existencia y como el águila se renuevo tu juventud. El Señor obra en justicia y a los oprimidos les da lo que es debido. Reveló sus caminos a Moisés y a los hijos de Israel sus proezas. El Señor es ternura y compasión, lento a la cólera y lleno de amor, si se querella, no es para siempre, si guarda rencor, es sólo por un rato. No nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras ofensas. Cuanto se alzan los cielos sobre la tierra, tan alto es su amor con los que le temen. Como el oriente está lejos del occidente así aleja de nosotros nuestras culpas. Como la ternura de un padre con sus hijos es la ternura del Señor con los que le temen, El sabe de qué fuimos formados, se recuerda que sólo somos polvo. El hombre: sus días son como la hierba, él florece como la flor del campo; un soplo pasa sobre él, y ya no existe y nunca más se sabrá dónde estuvo. Pero el amor del Señor con los que le temen es desde siempre y para siempre; defenderá a los hijos de sus hijos, de aquellos que guardan su alianza y se acuerdan de cumplir sus ordenanzas." (S. Biblia, Salmo 104 2,18).

Primera Petición:



Al decir, "Santificado sea tu Nombre", pedimos que Dios sea reconocido, honrado y bendecido en todo el mundo. 

Cuando Moisés preguntó a Dios: "¿Cuál es tu nombre?", Dios respondió: "Mi Nombre es Yahvé, que significa: "SOY EL QUE SOY", Yo hice a todos y a Mí nadie me hizo, yo gobierno a todos y soy dueño de todo" Este será mi nombre para siempre, y con este nombre me invocarán de generación en generación."  (S. Biblia, Éxodo 3, 14,15).

Segunda Petición: 

Al decir, "Venga tu Reino", pedimos que Dios sea reconocido y obedecido como Rey y Jefe Supremo por todas las personas del mundo, que reine en nuestras almas por medio de la gracia, y que un día nos lleve a su Reino en los cielos.



Tercera Petición:

Al decir "Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo", pedimos la gracia de cumplir la voluntad de Dios aquí en la tierra de manera tan perfecta, como la cumplen los ángeles y los santos en el cielo.

Pedimos a Nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero unidos a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que le agrada al Padre.

Jesús dijo: "No bastará con decirme: ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; mas bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo". (S. Biblia, Mateo 7, 21).




Cuarta Petición: 

Al decir: "Danos hoy nuestro pan de cada día", pedimos a Dios que nos dé buenas cosechas, dinero suficiente para conseguir el alimento del cuerpo y que nos conceda las gracias y ayudas necesarias para el alma.

Es hermosa la confianza de los hijos que esperan todo de su Padre. Pedimos no sólo por nosotros, sino por nuestros hermanos, en solidaridad con sus necesidades y sufrimientos.

Se trata de "nuestro" pan, "uno" para muchos: la pobreza de las Bienaventuranzas entraña compartir los bienes: invita a comunicar y compartir bienes materiales y espirituales, no por la fuerza, sino por amor.

El sentido específicamente Cristiano de esta cuarta petición se refiere al Pan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristo recibido en la Eucaristía.

San Agustín decía: "La Eucaristía es nuestro Pan cotidiano [...] La virtud propia de este alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos [...] Este pan cotidiano se encuentra, además en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis". 



Quinta Petición: 

Al decir: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden", pedimos que Dios nos perdone nuestros pecados así como nosotros queremos perdonar a los que nos han ofendido o nos han hecho males.

Aun revestidos de la vestidura bautismal, no dejamos de pecar, de separarnos de Dios. Ahora, en esta nueva petición, nos volvemos a Él, como el hijo pródigo, y nos reconocemos pecadores ante Él como el publicano. Nuestra petición empieza con una "confesión" en la que afirmamos, al mismo tiempo, nuestra miseria y su Misericordia. No obstante, al negarnos a perdonar a nuestros hermanos, el corazón se cierra, su dureza lo hace impenetrable al amor misericordioso del Padre. En la confesión del propio pecado, el corazón se abre a su gracia.

No está en nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazón que se ofrece al Espíritu Santo cambia la herida en compasión y purifica la memoria transformando la ofensa en intercesión. El perdón es la condición de la reconciliación de los hijos de Dios con su Padre y de los hombres entre sí.

Nuestro Señor nos manda: "Y cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre del Cielo les perdone también a ustedes sus faltas". (S. Biblia, Marcos 11, 25,26). "Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes". (S. Biblia, Mateo 6, 15).



Sexta Petición:

Al decir: "No nos dejes caer en tentación", pedimos a Dios que no nos deje consentir las tentaciones con que los enemigos del alma nos incitan al pecado". Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de fortaleza, los cuales permiten que aunque seamos tentados, resultemos vencedores ante las ocasiones de pecado.  No entrar en la tentación implica una decisión del Corazón que se consigue por medio de la Gracia del Espíritu Santo.



Enseña San Pablo: "Dios al permitir que nos vengan tentaciones, nos dará también el modo de resistirlas con éxito". (Santa Biblia, 1 Corintios, 10). Pero para eso hay que cumplir el consejo de Jesús: "Orad para que no caigáis en la tentación" (S. Biblia, Lucas, 22).

Séptima Petición:



Al decir: "Y líbranos del mal", pedimos que Dios nos libre de todos los males, de los peligros materiales y espirituales, y de las trampas del enemigo del alma.

Al pedir ser liberados del maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es el autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la Paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo.

Después, terminada la oración, dices: Amén, refrendando por medio de este Amén, que significa "Así sea", lo que contiene la oración que Jesús nos enseñó.

Fuentes: Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva edición conforme al texto latino oficial de 1997.
Nuevo Catecismo Católico Explicado (Según el Catecismo de Juan Pablo II). P. Gaspar Astete, P. Eliécer Sálesman.